lunes, agosto 28, 2006

El color de la perversión

Pregunta: ¿qué es esto?

¿La luz verde de un semáforo? ¿Un guisante chafado? ¿Una bandera japonesa pintada por un daltónico?
¡Ja! Bendita sea la inocencia. Atención, que lo que viene a continuación puede herir la sensibilidad de algún lector.

El otro día, echando un ojo por la sección de libros infantiles, encontré esto:


Se trata de un cuento infantil, y la historia es como sigue (juro que no me invento nada):

Érase un país donde vivían manchas de colores.
Había una familia de manchas azules, otra de manchas amarillas, otra de manchas rojas...
Una pequeña mancha azul suele jugar con una pequeña mancha amarilla. Pero un día, azul no encuentra a su amiguita. La busca y la busca, y cuando la encuentra se abrazan tan, tan fuertemente que sus cuerpos se entremezclan, conviertiéndose en una mancha verde.

Descubriendo el verde

Sin saber cómo separase y temiendo lo que pasará cuando sus padres se enteren de lo que han hecho, hacen lo único sensato en esa situación: llorar.
Y de la mancha verde van saliendo lagrimitas azules y amarillas que, finalmente, dan lugar a las manchas azules y amarillas originales.
Alegres y aliviadas, van a contar lo que ha pasado a sus respectivos padres, los cuales dicen algo así como:
- ¡Vaya! ¡Mira lo que han descubierto nuestros hijos! ¡Vamos a mezclarnos nosotros también!

Y así, la noticia se extiende por el pueblo y toooodas las manchas de colores, adultas y niñas, van combinándose alegremente unas con otras, creando nuevos colores, separándose, volviéndose a unir con diferentes colores...



Este cuento es para niños de entre 4 y 8 años.
...

Y bueno, no sé si será culpa de esta sociedad que le pudre a uno el cerebro, o simplemente culpa de mi cerebro que se pudre él solo; pero creo que este cuento es potencialmente perturbador para cualquiera de más de 8 años. Sobre todo, tratándose de los niños de hoy en día.
Recopilando someramente, tenemos... ¡Sexo infantil! ¡Lujuria! ¡Promiscuidad!
Y lo peor... ¡Todo sin protección!
¡¡¡Y gráficamente ilustrado a todo color!!!

Creo que desde ahora, cuando oiga eso de mezclar colores, de pintar con óleo o lo de la rueda cromática, no podré apartar de mi mente esa orgía multicolor, incestuosa y apocalíptica del pueblo de las manchas de colores.
Y quizás tú tampoco, por haber leído esto.

Ahora ya sabes que esta imagen es altamente pornográfica. Si eres menor de edad, no la mires.

PD.- Aparte de eso, el cuento era bonito. Recomendable a los que les gusten esos libros.

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jueves, agosto 24, 2006

Insatisfacción

(Ya sabes: pincha en las imágenes para verlas en grande)

El ser humano es inconformista por naturaleza. Eso nos trae el progreso.

Conseguidos los objetivos propuestos, el ser humano sigue siendo inconformista por naturaleza. Eso nos trae la neurosis.


Conclusión:

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domingo, agosto 20, 2006

¡A la basura! (5): Basura grande

Para los mastuerzos que se hayan perdido las anteriores entregas:
¡A la basura! (1)
¡A la basura! (2)
¡A la basura! (3)
¡A la basura! (4)
¿Al día? Po venga, que no se vuelva a repetir...


Hoy toca la basura grande: un televisor que se ha roto, ese ordenador obsoleto, el frigorífico que la ha espichado, aquel armario viejo que vamos a cambiar...
Se tira los sábados, y hay que avisar al servicio de recogida.
Te cobran según el volumen del trasto y... No veas qué faena. No sólo te gastaste un riñón cuando lo compraste, sino que tienes que soltar más dinero para deshacerte de él. Estas son las cosas de la vida que le provocan a uno estrés.

“Y una leche voy a pagar dinero por tirar la tele del bisabuelo. La usaré hasta que se fosilice”.

Así que, en lo posible, uno va retrasando el momento de tirar esos objetos ya inservibles. Pero el espacio de una casa es finito, y un día llega el doloroso momento de decidirse a tirar algún mueble u objeto voluminoso.
El método más usado es el llamado “de fragmentación”:

Mujer: Tenemos un montón de basura incombustible. Ya no hay donde meterla.
Marido: Habrá que hacer sitio. ¿Qué te parece si tiramos el sofá de tres plazas?
Mujer: De acuerdo. No veo otro remedio.
Marido: Pero... ¡Un momento! Si tiramos el sofá, tendremos que pagar una pasta.
Mujer: Es verdad. Entonces... Podríamos trocearlo e ir tirando los fragmentos a la basura combustible. El sofá está hecho de materiales combustibles, ¿no?
Marido: La tela y la madera sí, pero de la gomaespuma no estoy seguro. De todas formas, vamos a tardar un huevo en ir tirando todos los trozos.
Mujer: Y qué se le va a hacer...

El infame sofá de tres plazas.

Normalmente, cuando se tira la última porción del trasto hay que empezar con otro objeto viejo que se ha quedado inservible.
Pero a veces, la cosa se complica:

Caso 2:
Hijo: ¡Papá! ¡Se nos ha muerto el San Bernardo!
Padre: ¡Vaya por Dios! ¿Y qué hacemos ahora? A ver... Un San Bernardo es combustible, ¿verdad?
Madre: ¡Pero hombre!¡Qué barbaridad! Con el tamaño que tiene... Hay que sacarlo el sábado, con la basura grande.
Padre: Sí, pero es que hoy es martes y estamos en agosto. Acuérdate de lo que pasó la última vez con el pescado. Para el sábado, el cadáver del bicho nos habrá liquidado a todos.
Hijo: No hables así de Puchi, papá.
Padre: Sea como sea, si lo tiramos como basura grande, tendremos que pagar una pasta.
Madre: Es verdad. Entonces... Podríamos trocearlo e ir tirando los fragmentos a la basura combustible.
Padre: Vale. Pero que se encargue el niño, que es el que más lo quería.

¡No pensarías en serio que iba a poner la foto del pobre San Bernardo! ¡Sádico!

La alternativa al método “de fragmentación” es el método “déjalo en la calle a ver si pasa alguien y se lo lleva”. Es una alternativa viable en el caso de equipos electrónicos que todavía tengan un pase, como alguna impresora vieja o un ordenador semi-destripado. Otros, como el inodoro que se cascó, no tienen mucho éxito que digamos. Se quedan ahí donde los dejaste, haciéndote sentir culpable cada vez que sales de casa y pasas por delante y, con el tiempo, se va formando en la calle un pseudo-hogar compuesto de todos tus muebles viejos.

Si a ti se te ocurren otros métodos...

Continuará...

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domingo, agosto 13, 2006

Don Guri contra El Moho

Superman y Lex Luthor, Tom y Jerry, Harry Potter y Voldemort, Don Guri y el Moho...

El verano de Tokio es caluroso y húmedo-que-te-cagas.
En España tampoco nos quedamos cortos de calor, así que a sudar ya estaba acostumbrado. Pero aquí, uno termina hasta el moño de que la ropa no se seque y coja olor a humedad, de que los papeles se comben y del calor tannnnn pegajoso.
El mes de junio y la mitad de julio es la época de las lluvias. La combinación de calor plastoso veraniego y de un día lloviendo y otro también da lugar a los más variados fenómenos (todos hostiles para el ser humano). En este post voy a tratar sobre uno de los más insidiosos: el moho.

El moho aparece en cualquier lugar y en cualquier momento. Hay toda una subcultura y una amplia gama de productos para luchar contra él. Pero es un bicho tenaz que, como al resfriado, se le puede combatir pero jamás erradicar.
El otro día me di cuenta de uno que había aparecido, silenciosamente, en un cacharro de mi cocina.

“Me gusta esta casa. Creo que fundaré aquí mi dinastía”.

En un principio tenía dos alternativas: comprar un producto anti-moho, o dejarlo a su bola.
El primer método implicaba ir hasta la tienda, buscar el producto, comprarlo, volver a casa, leer las intrucciones de uso, aplicarlo, esperar el resultado... Mu cansao.
El segundo método era más sencillo, pero tenía sus riesgos: el moho podría envalentonarse, expandirse hasta ocupar la casa y echarme a la calle.
Así que opté por probar una tercera vía: el diálogo.

- Señor Moho –comencé. Le llamo de usted. Un moho cabreado puede ser un peligroso enemigo, así que prefiero respetarlo-. ¿No sabe que es de mala educación estar en casa ajena sin haber sido invitado?
- Mira, Don –él me tutea. Evidentemente, sabe quién tiene la sartén por el mango-. Yo no he pedido venir a este mundo, pero aquí estoy. Salí en tu cocina, y por tanto esta es también mi casa.
- Pero hombre –intenté razonar-. Con lo ancho que es el mundo, ya podía irse a un sitio donde no molestara. Por ejemplo, a la casa de mi vecino.
- Imposible. Tu vecino usa productos limpiadores y repelentes de moho.
“¡Qué jodío!”, pensé.

- O sea –le dije con tono culpabilizante-, que como yo no soy un asesino de mohos, tengo que soportar que ustedes los mohos abusen de mí y campen por mi casa.
- Así es la vida.
- Entonces yo también usaré esos productos químicos. Yo de usted me iría antes de que sea demasiado tarde.
- Don, Don... Nací y crecí en tu casa. Te conozco desde que tengo uso de razón. Sé que eres demasiado vago para hacer eso. Te aguantarás en silenciosa ira, temiendo que si te enfrentas a mí, podría envalentonarme, expandirme hasta ocupar toda la casa y echarte a la calle.

El joputa me tenía calado. Además, su lógica era superior a la mía. Intenté un último recurso: la negociación.
- Bueno, mire. Hagamos un trato. Yo le dejo quedarse, pero usted no se apodera del piso.
- No puedo asegurarte nada.
- Al menos, prométame que no se reproducirá por el asiento del retrete.
- Vale. Pero sólo si me sacrificas un carnero a la semana.
- ¡Trato hecho!
Je,je. Lo conseguí. A cambio de esa promesa insignificante, lo tengo controlado.

Una pelea en Tokio no es una pelea si los contrincantes no se convierten en monstruos o robots gigantes.

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miércoles, agosto 09, 2006

¡A la basura! (4): Basura reciclable

Para los garrulos que no hayan leído los posts anteriores:
¡A la basura! (1)
¡A la basura! (2): Basura combustible.
¡A la basura! (3): Basura incombustible.
¿Ya? Pues venga, a seguir...


Basura reciclable...
Nos ha jodío. Como si el follón de la basura combustible y la incombustible no fuera para reciclar, sino para pasar el rato.
Pero en fin. Supongo que algún nombre habría que ponerle a este grupo.

Basura reciclable. Algún desalmado ha tirado además bolsas de plástico.

Esta basura se recoge los miércoles, y se compone de:
  1. Latas. Esto es lo más fácil. Ah, cuidado. Que también hay que limpiarlas antes... Si te cortas con los filos, limpia bien la sangre, por favor.
  2. Cristal. Botellas y botes limpios, por supuesto. Y sin tapas ni tapones, por supuesto.
  3. Papel y cartón reciclable. Esto es: un kleenex usado se tira a la basura combustible. Pero las revistas, los cartones grandes, las hojas de correo comercial, etcétera, se tiran aquí porque se reciclan de manera diferente.
Ahora bien: ¿dónde está el límite entre un papel reciclable y uno simplemente combustible? ¿Hay alguna oscura normativa escrita en algún lugar? Nadie lo sabe.

¡Pero ojo! Que aquí los virtuosos pueden demostrar sus conocimientos. Porque no basta con meter los papelotes en una bolsa. Eso está mal porque las bolsas no son reciclables. Hay que atarlos con un cordelito, con un buen nudo que no se deshaga y se desparramen los papeles:

Vecina 1: ¡Vaya birria de nudo el de tu paquete! Eso no aguanta ni diez minutos.
Vecina 2: Qué pasa. No todas podemos tener un marido marinero.
Vecina 1: Mi Akira hace unos nudos que ni el Popeye.
Vecina 2: Sí. Y también sabemos eso de “en cada puerto, una mujer”.

“Me han dicho que por aquí hay que atar unos papelotes...”

Y para los que vayan a por nota, también hay cierta subdivisión de cartones corrugados y no sé qué hostias. Como mi CI no da ya para tanto, lo ato todo junto y que se recicle el sol por Antequera.

...Pero a veces, la cosa puede complicarse.
Pongamos como caso una situación hipotética, imaginaria, ficticia: me he ido comprando algunas revistas porno.
Y supongamos también que vivo con mi mujer / novia / padres... que vienen mi jefe y su señora a cenar... En fin, que hay que quitar las revistas de en medio, y son tantas que el bulto de esconderlas debajo de la alfombra resulta bastante sospechoso.
¿Cómo me deshago de ellas?

Revistas porno en Japón: Comprometido adquirirlas; más comprometido tirarlas.

Lo más normal sería tirarlas a la basura reciclable con nocturnidad y alevosía. Pero esto no funciona, porque en el momento en que las ate y baje a depositarlas en el lugar de recogida, por la ley de Murphy aparecerá el dueño del piso de alquiler donde vivo y me rescindirá el contrato por pervertido (y además se llevará las revistas como prueba).
Tampoco puedo tirarlas a la basura combustible de los lunes dentro de una bolsa, porque eso sería un crimen ecolo-reciclable e iría al INFIENNO.
Ni soñar con mezclarlas con la basura no combustible.
Y por la ciudad no hay papeleras.
¿Solución? Venga, cinco segundos para pensarla.
. . .
Tu, tuu, ru, tu, tuuu
. . .
¿Ya? ¡Tiempo!
¡Efectivamente!
¡Comérselas!
Así que ya lo sabes: cuando veas a un japonés gordo por la calle, no es que tenga un desorden alimenticio. Tiene un desorden sexual.
(Hmmm... Después de escribir esto, a ver cómo explico este michelín que me ha salido...)

Ay, pillín, pillín...

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Estrella, estrellita... (2)

Los hay que no aprenden nunca... (la anterior tira, aquí).
Venga, pincha en mí para aumentarme.

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¡A la basura! (3): Basura incombustible

Para los impíos que no hayan leído los posts anteriores:
¡A la basura! (1)
¡A la basura! (2): Basura combustible.
¿Ya? Pues hale, al lío...


Al lado de los problemas que vimos en el post anterior, la basura incombustible es una bendición del cielo. Puedes acumular cuanta quieras, que no huele. Después de la apestosa pesadilla de la basura combustible, a la incombustible casi le puedes dar un besito y todo.
Aquí es donde tiras los plásticos, el metal... y esos materiales raros como las bolillas de corcho de los embalajes, que cualquiera sabe si arden o no, pero tampoco es cosa de probar a pegarles fuego a ver qué pasa.

Esa especie de corcho blanco de los embalajes. Que levante la mano quien piense que es combustible.

Sin problemas, ¿no?
Pues no.
Porque esta basura se recoge los viernes. Es decir, sólo una vez a la semana.
Encima, en Japón, para compensar que las cosas son caras, las envuelven una y otra vez hasta que te dan ganas de vomitar.
Por ejemplo, unas simples galletas pueden tener fácilmente más de 6 ó 7 envoltorios: uno para cada galleta individual, otro que las agrupa por paquetitos, esa especie de bandeja de plástico que las contiene, un plástico de burbujas para evitar que se rompan, la caja, un plástico que cubre la caja, la bolsa del súper...

Esquema del sistema de envoltorios de un producto japonés.

Esto hace que la basura incombustible se acumule, crezca y se multiplique, ocupando un espacio vital en las casas ya pequeñas de por sí. Un espacio que podría aprovecharse para cosas más productivas, como un armario ropero o un sofá de tres plazas.
Pero aún falta lo más rocambolesco.
Situación: se ha terminado el bote (de plástico) de la mayonesa. ¿Lo tiramos tal cual?

Pecado ecológico en potencia.

¡¡¡Por Dios, no!!! ¡¡¡Qué comportamiento tan incívico y marrano!!! ¡Lapidación! ¡Excomunión!
¿Cómo se te ocurre? Primero tienes que... ¡¡¡Lavar el bote!!!
(@_@)
Lo juro. No es coña. Voy a repetirlo, y en grande:
Tienes que limpiar la basura antes de tirarla.

Aquí es cuando al ser humano normal se le saltan los plomos y sólo tiene dos caminos para tratar con esto:
- Revolución anti-sistema. Tu vida será una constante lucha contra la sociedad nipona. Y encima, al final cabe la posibilidad de que vayas al INFIENNO por maltratar el medioambiente (si no has ido ya antes por comprar CDs piratas).
- Aceptación sumisa y servil. La opción del cobarde y/o del vago. Pasas por el aro y te conviertes en un miembro más de la maquinaria social. Has perdido tu individualidad, pero te reconforta saber que eres un contribuyente al sistema de basura japonés, el país con la basura más limpia del mundo.

Y si crees que esto es insuperable, ya verás, ya, en la próxima entrega, con la ignominiosa basura reciclable
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Continuará...

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sábado, agosto 05, 2006

Estrella, estrellita...

Si vais con una chica paseando por la noche, cuidado con lo que pensáis...

Pínchame para que me haga grande

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miércoles, agosto 02, 2006

Cosas nunca vistas

Hoy me salgo un poco de los contenidos habituales de este blog, pero esto tengo que comentarlo como sea.

“Hombre invisible busca mujer transparente para hacer cosas nunca vistas”.

Este viejo chiste fue lo primero que se me vino a la cabeza al leer una noticia sobre un incidente ocurrido en la Campus Party que se celebró recientemente en Valencia.
Al parecer, circuló un vídeo con contenido pornográfico infantil, y la noticia anunciaba que la policía estaba realizando las oportunas investigaciones.
En concreto, lo que me llamó la atención fue el siguiente párrafo, que cito textualmente (las palabras en negrita son cosa mía):

“Puede ser que alguien de fuera -de la Campus Party- introdujera esa carpeta, que aparentemente no tiene ningún nombre extraño", cuyo contenido no ha visto "nadie de la organización" y que, según Galiano, no se encontraría físicamente en el disco duro de ningún ordenador de los más de 5.000 reunidos en los pabellones 4 y 5 de Feria Valencia.”

Comprendo que no haya otra forma de redactar la noticia por lo delicado tel tema, las implicaciones legales y eso. Pero, sin entrar a juzgar a la fuente de la información, al periodista que la escribió o a quien sea, una traducción literal del párrafo sería:

“La policía investiga un vídeo que nadie ha visto y que no está en ningún ordenador”.

. . .
Po vale.
Esto me recuerda la definición de miedo infantil:

"Un miedo infantil es temer una cosa que nunca se ha visto y que ni siquiera existe."

Posible y lamentablemente, el susodicho vídeo existirá. Pero por favor, un poco de seriedad al informar.
A continuación, incluyo un dibujo muy gracioso que no se ve y no existe como tal. Pero reíos, ¿vale?


¡Jaja! ¡Qué gracioso!

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