Aprender japonés: Cuatro
Los japoneses son diferentes a los españoles en muchos aspectos. Por ejemplo:
Uno: Tienen los ojos rasgados.
Dos: Hablan otro idioma.
Tres: Comen con palillos.
Cinco: Disfrutan de las novedades tecnológicas antes que nosotros.
Seguramente os habréis dado cuenta, sagaces lectores, de que me he saltado un número en esta lista.
¡Pues no! Es que también son diferentes en otra cosa. Para ellos, el número de la mala suerte no es el 13, sino el 4.
Uno: Tienen los ojos rasgados.
Dos: Hablan otro idioma.
Tres: Comen con palillos.
Cinco: Disfrutan de las novedades tecnológicas antes que nosotros.
Seguramente os habréis dado cuenta, sagaces lectores, de que me he saltado un número en esta lista.
¡Pues no! Es que también son diferentes en otra cosa. Para ellos, el número de la mala suerte no es el 13, sino el 4.
Así, no es difícil encontrar edificios donde no existe la cuarta planta, y en los mostradores de facturación de los aeropuertos se pasa directamente del mostrador 3 al mostrador 5.
Pero... ¿A qué se debe esto? ¿Qué influjo maligno ha determinado que sea el inocente número 4 una cifra portadora de tan malos augurios? ¿Será por lo de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis? ¿Porque la Cuarta fue la peor sinfonía de Beethoven? ¿Por lo incomprensible que siempre resultó que Los Tres Mosqueteros fueran en realidad cuatro?
No. La razón es que, en japonés, el número 4 se pronuncia “shi”... igual que la palabra “muerte”. Y como es lógico, eso da un mal rollo que te cagas.
Imaginaos la siguiente situación en el aeropuerto. Así sonaría en español:
Pero... ¿A qué se debe esto? ¿Qué influjo maligno ha determinado que sea el inocente número 4 una cifra portadora de tan malos augurios? ¿Será por lo de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis? ¿Porque la Cuarta fue la peor sinfonía de Beethoven? ¿Por lo incomprensible que siempre resultó que Los Tres Mosqueteros fueran en realidad cuatro?
No. La razón es que, en japonés, el número 4 se pronuncia “shi”... igual que la palabra “muerte”. Y como es lógico, eso da un mal rollo que te cagas.
Imaginaos la siguiente situación en el aeropuerto. Así sonaría en español:
Empleado: Ya está chequeado su equipaje de mano para comprobar que no lleva sustancias explosivas para reventar el avión. Ahora, pase a facturar las maletas al mostrador *Muerte*.
Pues seas o no seas supersticioso, ya te han dado el viaje.
O en la recepción de un hotel
Gerente: ¡Botones! Lleva a los señores recién casados a la habitación Muertecientos quince.
Te pasas la noche de bodas rezando el padrenuestro.
Y no digamos ya si vas a un concesionario automovilístico para comprarte un “Muerte X Muerte con tracción a las muerte ruedas”.
Y claro, esto no puede ser. Por eso lo evitan.
Pues seas o no seas supersticioso, ya te han dado el viaje.
O en la recepción de un hotel
Gerente: ¡Botones! Lleva a los señores recién casados a la habitación Muertecientos quince.
Te pasas la noche de bodas rezando el padrenuestro.
Y no digamos ya si vas a un concesionario automovilístico para comprarte un “Muerte X Muerte con tracción a las muerte ruedas”.
Y claro, esto no puede ser. Por eso lo evitan.
Ahora entendéis por qué el tarado este soltaba esas siniestras carcajadas al contar. Se regocijaba con la muerte en forma numérica.
Pero la pregunta clave es: ¿cómo se les ocurrió esto? ¿Acaso no se dieron cuenta de lo chunga que era la pronunciación “shi”? Porque hay que ser gilipollas para llamar a un número igual que a la muerte. Imaginaos que en español contáramos “uno”, “dos”, “tres”, “muerte”, “cinco”, “seis”...
Según arduas investigaciones, hace un puñado de siglos se reunieron los miembros del Consejo de Lingüistas Japoneses (CLJ), que eran tantos como los dedos de dos manos (recordad que aún no había nombre para el 10). La conversación se desarrolló más o menos así:
Según arduas investigaciones, hace un puñado de siglos se reunieron los miembros del Consejo de Lingüistas Japoneses (CLJ), que eran tantos como los dedos de dos manos (recordad que aún no había nombre para el 10). La conversación se desarrolló más o menos así:
LINGÜISTA 1: Oídme, gente. ¿Qué os parece si les damos nombres a los números?
LINGÜISTA 3: Buena idea. Está lloviendo y no me apetece salir.
LINGÜISTA 1: Somos tantos como los dedos de dos manos. Por orden, vamos a ir llamándolos como queramos. Empiezo yo. “Uno”.
LINGÜISTA 2: Mmm... Un momento que lo piense... ¡“Dos”!
LINGÜISTA 3: “Tres”
LINGÜISTA 4: “Muerte"
Silencio general.
LINGÜISTA 1: Coño, Satoshi, no jodas. ¿Cómo le vas a llamar “muerte” a un número?
LINGÜISTA 4: ¡Eh! Dijiste que los llamáramos como quisiéramos.
LINGÜISTA 1: Ya, pero... Piensa en las consecuencias. Los niños se volverán psicópatas asesinos cuando tengan que recitar la tabla de multiplicar del... del... “muerte”.
LINGÜISTA 4: Le den a los niños y a las multiplicaciones. Tengo tanto derecho como vosotros a bautizar un número. O lo aceptáis, o planteo una enmienda a los estatutos del Consejo y estamos discutiendo hasta mañana.
LINGÜISTA 7: ¡No, que esta noche he quedado con una maciza de 17 años!
LINGÜISTA 6: ¡Y yo tengo partido de furbito!
LINGÜISTA 4: Po vosotros veréis.
LINGÜISTA 1 (con expresión resignada): Vaaaale. Aceptamos “muerte”. Sigamos.
LINGÜISTA 5: Estooo... ¿“cinco”?
Etcétera.
Luego, con el tiempo, algunas gentes empezaron a llamarlo “yon” en un intento de evitar la fatídica pronunciación “shi”. Pero no es fácil hacer desaparecer las palabras, y a día de hoy el cuatro se pronuncia “shi”, “yon” o “yotsu”, según el uso que le demos.
Así que ya lo sabéis. Que no os pase como a aquella pareja de novios ante el altar:
SACERDOTE: ¿Prometéis amaros y respetaros en lo bueno y en lo malo, en la salud y la enfermedad, hasta que los cuatro os separen?
NOVIO: ¿Los cuatro? ¿Qué cuatro? ¡¡¡No me digas que tienes cuatro amantes!!!
NOVIA: Pi... Pichurrín... Yo... No entiendo cómo este señor se ha enterado...
NOVIO (sacando una katana): ¡Peaso sorra concupiscente! ¡Te daré cuatro aquí mismo!
¡Zas! ¡Raja! ¡Tajo! Sangre. Dolor.
NOVIA: ¡No! ¡No! ¡Al menos dime qué significa “concupiscente” antes de matarm...! ¡Agggggh!
LINGÜISTA 3: Buena idea. Está lloviendo y no me apetece salir.
LINGÜISTA 1: Somos tantos como los dedos de dos manos. Por orden, vamos a ir llamándolos como queramos. Empiezo yo. “Uno”.
LINGÜISTA 2: Mmm... Un momento que lo piense... ¡“Dos”!
LINGÜISTA 3: “Tres”
LINGÜISTA 4: “Muerte"
Silencio general.
LINGÜISTA 1: Coño, Satoshi, no jodas. ¿Cómo le vas a llamar “muerte” a un número?
LINGÜISTA 4: ¡Eh! Dijiste que los llamáramos como quisiéramos.
LINGÜISTA 1: Ya, pero... Piensa en las consecuencias. Los niños se volverán psicópatas asesinos cuando tengan que recitar la tabla de multiplicar del... del... “muerte”.
LINGÜISTA 4: Le den a los niños y a las multiplicaciones. Tengo tanto derecho como vosotros a bautizar un número. O lo aceptáis, o planteo una enmienda a los estatutos del Consejo y estamos discutiendo hasta mañana.
LINGÜISTA 7: ¡No, que esta noche he quedado con una maciza de 17 años!
LINGÜISTA 6: ¡Y yo tengo partido de furbito!
LINGÜISTA 4: Po vosotros veréis.
LINGÜISTA 1 (con expresión resignada): Vaaaale. Aceptamos “muerte”. Sigamos.
LINGÜISTA 5: Estooo... ¿“cinco”?
Etcétera.
Luego, con el tiempo, algunas gentes empezaron a llamarlo “yon” en un intento de evitar la fatídica pronunciación “shi”. Pero no es fácil hacer desaparecer las palabras, y a día de hoy el cuatro se pronuncia “shi”, “yon” o “yotsu”, según el uso que le demos.
Así que ya lo sabéis. Que no os pase como a aquella pareja de novios ante el altar:
SACERDOTE: ¿Prometéis amaros y respetaros en lo bueno y en lo malo, en la salud y la enfermedad, hasta que los cuatro os separen?
NOVIO: ¿Los cuatro? ¿Qué cuatro? ¡¡¡No me digas que tienes cuatro amantes!!!
NOVIA: Pi... Pichurrín... Yo... No entiendo cómo este señor se ha enterado...
NOVIO (sacando una katana): ¡Peaso sorra concupiscente! ¡Te daré cuatro aquí mismo!
¡Zas! ¡Raja! ¡Tajo! Sangre. Dolor.
NOVIA: ¡No! ¡No! ¡Al menos dime qué significa “concupiscente” antes de matarm...! ¡Agggggh!
Etiquetas: aprender japones
15 Comments:
Pues que tema más chungo esto del número muerte este. Imagínate: "deme un paquete de DINAmuerte" -tu padre. O bien: los muerte fantásticos. Qué chollazo esto del japonés, vamos.
Glups... Ahora mismo no quisiera estar en mis zapatos, ¡calzo un 44! (O_O)
(sí, de lo otro también calzo un 44, pero eso me preocupa menos)
Tranquilo, hombre. Si traduces la talla de tus zapatos al japones, te quedas con un veintitantos o un treinta (la lastima es que lo otro tambien se queda reducido)
No, si cuando yo decía que no me preocupaba de lo otro era por el poco uso que le doy, así que no hay que lamentarse...
Hola Don Guri, nuestro kiosquero habitual (Don Rabaneda), me habló de tu blog y paso de vez en cuando y me echo unas risas. Muy.. pero que muy original.
Saluditos desde Málaga.
¡Otro blog más que va a ir a mi lista de "imprescindibles" y del que ya no va a haber quien me despegue ni con papel de lija! Geniales tus explicaciones, sigue así.
Un cordial saludo,
Katsu
P.D. Perdón si estoy un poco confundido... ¿eres Kyosuke?
Katsu, Don Guri no es Kyosuke. Francis es Kyosuke. Y que sepas, Luke, que yo tu padre.
Ahora sí que te he confundido.
Mota: ¡Hombre, qué sorpresa y alegría verte por aquí! Joer, parece que fue ayer cuando "reciclaste" mi colección y ya va para tres años...
Katsu: Bienvenido y espero que sigas por aquí. Ya se sabe: cuantos más seamos, más nos reiremos (pura lógica matemática).
Por cierto, que cuando tenga un rato y me ponga a actualizar los links... Bueno, tienes uno de aprender japonés "en serio", ¿verdad?
Y.... Como te ha dicho Francis, yo no soy Kyosuke. Al parecer, Kyosuke es el padre de Darth Vader (que creo que es Yoda). En cualquier caso, después de lo dicho por Francis, no estoy muy seguro de saber quién soy.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Ahora está claro quién es quién... perdón por la confusión.
Y sí, no lo dudes, seguiré pasándome por aquí, al menos hasta que se cumpla la "fecha de caducidad" del blog... que ojalá dure mucho más tiempo, porque me parece genial y muy divertido.
(¿Yoda? ¿En serio? ¿Entonces el padre de Darth Vader no es Chewacca? XDDDD)
Se me olvidaba, sí que tengo un blog "serio" de lecciones de japonés... pero si lo has visto a través de mi perfil de Blogger, te aclaro que el blog en cuestión ya no está ahí, me daba algunos fallos y acabé trasladándolo a Bitacoras.com.
(y de hecho estoy pensando en trasladarlo de nuevo, porque Bitacoras funciona fatal)
Pues sí, lo he visto por tu perfil de blogger (^^) Cuando lo tengas reubicado dame un toque, ¿vale? Mándame el link a esta dirección:
donguri666 ARROBA hotmail.com
Hombre, que este ha sido un post genial
Mola que te cagas
Yo hice una entrada relacionada
http://jiff1980.blogspot.com/2007/09/el-kanji-de-muerte.html
Saludos!
jajaja, muy didáctica esta pequeña clase., te ha salido otra seguidora xD
Hola, Rosa!
Lo mismo no lees este comentario, pero bueno, que gracias y espero seguirte teniendo por aqui ;)
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