jueves, septiembre 07, 2006

Donguri en Kyoto

Cuando los padres de uno vienen a visitarlo a Tokio, no queda más remedio que llevarlos a Kyoto, una ciudad con cientos, miles o millones de templos, espacios históricos y semejante patrimonio cultural que la salvaron incluso de la bomba atómica.
Ya la visité hace tiempo, pero esta vez me he sentido más como en casa. No, más aún: como un héroe en su ciudad.
La primera vez que fui, como buen turista me fijé únicamente en cosas tan mundanas como esta:

Templo en la entrada de Kiyomizu.

Muy impresionante y tal, pero construido en honor de vete tú a saber qué y, por tanto, sin ninguna conexión directa con la propia trayectoria vital del que suscribe y, en consecuencia, intrascendente.
Pero en esta ocasión, paseando por una calle, encontré esto:

¡Ondia!

¡Un restaurante llamado Donguri! Empezó a caerme mejor esta ciudad.

Pero bueno. A fin de cuentas, se trata de un restaurante. Cosas así pueden ocurrir. Al ser mi nombre, Don Guri, un juego de palabras chorra con la palabra “donguri” (bellota), no es tan raro. Además, los restaurantes cierran, no son eternos.
Sin embargo, mientras miraba un mapa buscando una localización... ¡La encontré!

¡Reondia! (Pincha para agrandarla)

¡¡¡En Kyoto, la ciudad de las geishas por excelencia, tienen una Calle Donguri!!!
No todo el mundo tiene una calle con su nombre... o al menos, con su apodo. Normalmente, para que le den tu nombre a una calle, uno tiene que hacer un montón de cosas importantes y trabajosas y, generalmente, morirse antes.
Esto es una putada, porque después de todo el trabajo ni siquiera puedes disfrutar de ser consciente de que te han dedicado una calle.
Yo creo que esto es fuente de inquietud para muchas personas que han alcanzado cierta celebridad. Me imagino a Einstein en su lecho de muerte, pensando:

“¡Aaah! Siento que voy a diñarla. He conseguido fama mundial y un premio Nobel, pero me pregunto si alguna calle llevará alguna vez mi nombre. Qué ansiedad.”

Sin hacer ni el huevo, por puñetera casualidad, tengo una callecita en Kyoto con mi apodo. Y mi ego se siente un poquito orgulloso. No tiene de qué, por supuesto. Pero es un ego del tamaño de una bellota. Tampoco se le puede pedir mucho.

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3 Comments:

At 8:20 p. m., Blogger Fuanito-san said...

Anda ya hombre, no me vengas con humildades, que te lo tienes merecido por bellota. Que hasta apareces en lo paquetes de arroz esos del Donguri-gohan.

 
At 5:15 a. m., Anonymous Anónimo said...

Hombre, esto tendría mucho más mérito si te hubieses apodado "chitosekarasuyama", porque ya debe ser difícil que le pongan susodicho nombrecito a una calle, una estación de tren, un edificio del estado o vete tu a saber qué... entonces sí que tendrías el ego por las nubes (aparte del colesterol, claro).

 
At 4:05 p. m., Blogger Don Guri said...

Fuanito-san> ¿Ein? ¿Qué es eso del Donguri-gohan? Suena bueno...

Francis> ¿Chitosequéee? Hay que estar majara para ponerle ese nombre a cualquier cosa. Desde luego, yo no querría tener ninguna relación con él. XDDDDD

 

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