viernes, enero 25, 2008

Frío

Estos últimos días está haciendo una rasca del cagalse.

A estas alturas del invierno es lo más normal, para qué nos vamos a engañar. Pero a uno, que ha nacido, crecido y desenrollado en la Costa del Sol, pues no le hace mucha gracia. Ya estoy loco por que se vayan los fríos y gozar de la primavera: buenas temperaturas, flores de cerezo, las primeras minifaldas y la alergia al polen (ups).


La próxima vez que te gotee la nariz, recuerda que hay gente que vive todo el año en lugares así.

Pero para eso aún falta un poco. De momento hay que aguantar. Ayer por la mañana iba camino al trabajo. Intentaba no pensar en lo a gustito que estaría metido en mi futón en vez de exponiendo mi delicado cutis a los fríos vientos tokióticos. Y en estas que me pregunté cómo habríamos llegado a esta situación.

El mundo es grande, y la humanidad se originó en una zona templada. Así a primeras no se ve la necesidad de trasladarse a lugares donde te puedes morir fácilmente de frío a la que te descuides. Quiero decir, que existiendo lugares como Cuba o Cancún, ¿quién decide que vivir en Islandia mola?

Y eso que ahora tenemos calefacción eléctrica, abrigos con forro de aire y aislante térmico, bufandas de Cachemira, alfombras eléctricas y todo tipo de inventos para hacernos más llevadero el invierno. Antes, en la prehistoria, tenían que apañarse con cuatro pellejos y un par de sacos.

Así por ejemplo, ¿de dónde salieron los esquimales? ¿A quién le parece que noches de seis meses, temperaturas bajo cero y hielos eternos son el ambiente perfecto para criar a los hijos?


Siempre me he preguntado... ¿Dónde meten la ducha?

No puedo sino imaginar la siguiente escena: miles de años atrás, un pueblo errante proveniente de latitudes más meridionales llega a los límites de Groenlandia. El cabecilla y su segundo dialogan:

- ¡Fuuu! Qué peazo páramo de hielo desolado. Creo que este sería un buen lugar para asentarnos.
- Hombre, jefe. No es por llevar la contraria, pero ahí estoy viendo unos cuantos pingüinos congelados. A lo mejor deberíamos pensárnoslo un poco.
- Ya. Y volver al sur, ¿no? ¿Te olvidas de que ahí tuvimos el encontronazo con la tribu esa de los Dekapitamadres? No creí que te quedaran ganas de ver de nuevo al Gran Jefe Desnucamamuts, después de tu “incidente” con su hija. Y no hablemos de mi “altercado” en su harén.
- Errrrr... Tal vez tenga razón. Y el sitio este tiene la ventaja de que nos será fácil cazar a los pingüinos congelados esos.
- Pos venga, dile a la gente que monte los chiringuitos, que nos quedamos aquí. Y que vayan buscando bestias peludas para hacernos abrigos.

Después, las generaciones se van acostumbrando. Y aunque se pasen medio año (o todo el año) quejándose del frío, pues siguen viviendo en el mismo sitio por aquello de la familia, la tradición, la patria y, sobre todo, porque mudarse a otro país es un coñazo tremendo, os lo aseguro.


"¿Quién me mandaría a mí comprar un robot gigante? A ver dónde encuentro ahora una caja para empaquetarlo para la mudanza..."

De todas formas, esto del tiempo atmosférico es curioso. Haciendo uso de memoria, hay dos conversaciones típicas y únicas en cuanto cambia un poco la meteorología. Fijaos y las reconoceréis enseguida en cualquier programa de noticias. Se pueden aplicar también al calor.

1) Si no hace mucho frío, sale el ancianillo de turno.
- ¿Frío? Ahora a cualquier cosa la llaman frío. Cuando yo era niño sí que hacía frío. En noviembre ya estaba to nevado. Hasta los perros se quedaban pegaos en los árboles cuando meaban. ¿Y ahora? Fíjese, fíjese que ni apetecen castañas asadas. Esto, ni es invierno ni es ná. El tiempo está loco.

Los espectadores asienten en sus casas.

2) Si hace un frío que bate records, sale el mismo ancianillo.
- Esto, este frío es la primera vez, mire usted. Esto no se ha dado nunca en estos parajes. Desde que yo era niño no recuerdo un invierno así. Hasta la lechuzas se caen de las ramas, congelás. El tiempo está loco.

Los espectadores asienten en sus casas.



La moraleja de todo esto: si vivís en un sitio con un invierno más suave que Tokio, os envidio. Si vivís en uno con un invierno más duro, envidiadme. Y si vivís en Tokio vamos a tomar una cerveza... pero cuando no haga tanto frío.

Etiquetas:

/* GOOGLE ANALITICS */