jueves, mayo 31, 2007

Con la boca abierta

Recuerdo la primera vez que fui a un dentista en Japón.
Aparte de que ir al dentista no ha sido nunca uno de mis pasatiempos favoritos, estaba el problema de la comunicación, por supuesto.



Dentistas: esos bromistas que nos llenan la boca de instrumentos punzantes y luego nos dan conversación.


Pensadlo así: cuando por un motivo u otro uno termina viviendo en un país extranjero, una de las cosas por las que se preocupa es por aprender el idioma. Estudia en una escuela, por sí mismo o con la práctica diaria. Y poco a poco va consiguiendo pequeños logros como:

- entrar en un restaurante y pedir la comida verbalmente, en vez de con mímica.
- entenderse con los empleados de la estación de tren cuando no está seguro de dónde tiene que hacer los 28 transbordos necesarios para llegar a su destino, en vez de tirarse media hora descifrando el mapa de líneas y acabar perdido en algún punto de la red de transportes del otro extremo de Japón.
- comprender que esa chica tan mona con la que lleva quince minutos hablando y que cree haberse ligado, en realidad pertenece a la secta del gas sarín; y que no le está llevando a su apartamento para pasar una noche loca de pasión, sino a la cámara de pruebas.


A veces, no entender bien el idioma local puede llevar a incómodas situaciones


Pero las verdaderas pruebas de fuego, cuando realmente se comprueba si dominas el idioma o no, es cuando tienes que tratar con la administración o con los médicos. Piensa si con tus conocimientos actuales de la lengua extranjera que hayas estudiado podrías expresarte con soltura en alguna de las siguientes situaciones:

1- Una reclamación en Hacienda porque te han desgravado un 5% menos de lo correspondiente a la tasa interanual aplicable a trabajadores autónomos según los estatutos relativos a profesionales extranjeros con permiso de trabajo. El éxito supone recuperar justamente tu dinero; el fracaso, que se envalentonen y los próximos años te vayan quitanto más y más hasta que acabes como un sin techo.
2- Sientes unas punzadas palpitantes en la región lumbar. Estás preocupado porque en tu familia hay antecedentes clínicos hereditarios de quistes renales, y te gustaría que te hicieran unas ecografías para descartar cualquier problema. Debes advertir que eres alérgico a los corticoides. El éxito supone coneguir el tratamiento adecuado; el fracaso, que la palmes.

Bueno, y ahora que ya tienes algo en lo que pensar la próxima vez que gastes tu dinero matriculándote en un curso de idiomas, sigamos.

Estábamos en el dentista. El momento de más tensión viene cuando te sientan en el sillón y te preguntan qué te pasa. En mi caso, este era el problema:


“Tengo un dolor sordo e intermitente en la segunda muela por detrás, en la mandíbula inferior. Tiene hecho un empaste de aleación, pero la muela del final tiene una endodoncia, y no se puede poner la funda que necesitaría porque los enganches que se aplican podrían ocasionar problemas si no se extrae previamente la muela del juicio que está debajo”...


... Es lo que quería explicarle. Como me faltaba vocabulario, tuve que expresarme con otras palabras:

Esta muela. Me duele”, expliqué, señalándome con el dedo y confiando en que la profesionalidad del odontólogo hiciera el resto.

Dibujillo resultón que encontré por ahí y que he puesto, más que nada, para interrumpir tanto texto seguido.

El dentista me echó aire en la muela, pero esta ni se inmutó. Cuando tiene que doler, no duele, la muy traidora. Me estaba dejando por mentiroso.

Total, que me hizo unas radiografías. Las radiografías no mienten y detectan los problemas con precisión.
Como era de esperar, los resultados fueron:

- una caries entre dos muelas de arriba que yo ignoraba. Al estar entre dos muelas, contaría como dos en la factura. Habría objetado a eso, pero uno no discute con un tipo que sostiene un taladro dentro de tu boca.
- otra caries que se había filtrado bajo el empaste de la muela de la endodoncia que, al no tener nervio, no molestaba nada. Ya sabía yo que un palabro como “endodoncia” no podía traer nada bueno.
- y en la muela que me molestaba, no había nada anómalo.

Conclusión: fui a que me arreglaran una muela que en la consulta no presentó ningún problema. En cambio, me volví con dos citas para arreglar otras dos muelas. Y cuando llegué a casa y me bebí un vaso de agua, la condenada muela empezó a molestarme otra vez.

Me c*g* en mis muelas.

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domingo, mayo 27, 2007

Mariposas


¡Cuánto me gustan las mariposas!
Danzan etéreamente en el aire con sus alas de bellos diseños y colores, alimentándose del néctar de las flores. ¿Habéis visto alguna vez algo tan bucólico? ¿A que no?

Cuando era niño, me enteré de que muchas mariposas viven sólo un día. Eso me traumatizó bastante y me eché a llorar. Para consolarme, mi mamá me explicó que en la naturaleza hay cosas así de efímeras, pero que lo que a nosotros nos parece un tiempo muyyy breve, para ellas es una vida laaarga y plena. Luego comentó que con no sé qué de mi papá pasaba exactamente lo mismo, pero eso ya no lo entendí mucho. Finalmente, como seguía llorando, acabó dándome un coscorrón y se acabó la conversación.

Las mariposas realizan una sorprendente metaformo... mesaformo... bueno, un gran cambio en su vida. Aunque cuando nacen tienen forma de gusanos vomitivos, luego hacen el capullo y se transforman en algo completamente diferente y hermoso. O sea, algo así como Maikel Jacson, pero en orden inverso.

Según Proto, las mariposas son una mierda. Dice que una vez vio por error un documental cultural sobre el Efecto Mariposa, que es que si una mariposa bate sus alas en Ámsterdam, puede desencadenar un huracán en Florida o por ahí. No sé. A mí me parece considerablemente increíble que una criaturita tan delicada y diminuta pueda causar semejante hecatombe, y en cambio cuando el señor Ramón que vivía en el piso de abajo se tiraba un gas de los suyos que se oían hasta en mi casa, eso resulte inofensivo para la atmósfera meteorológica.
Bueno, son cosas científicas. Pero no sería la primera vez que los científicos se equivocan, como cuando decían que la Tierra era plana. ¡Ja! ¡Vaya pila de ignorantes! Menos mal que Galileo mandó a Colón a dar la vuelta al mundo por el Estrecho de Magallanes, demostró la esfericidad terráquea y descubrió así América, que estaba llena de maíz amarillo, el que da color a nuestras ensaladas.

Y... en fin, como he perdido el hilo de mi exposición, ya no escribo más. ¡Hasta otra!

Nico

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miércoles, mayo 23, 2007

Bicho raro

Cuando era más joven (concretamente el sábado pasado), entró en casa un bicho. Un bicho bastante gordo.

Al principio creí que era una libélula de unos tres o cuatro centímetros. Pero mirándolo más detenidamente, me di cuenta de que más bien era un cruce entre mosca y libélula. Supongo que hasta los insectos van lo suficientemente salidos de vez en cuando como para darse un achuchón con individuos de otras especies. O eso, o alguien ha construido de verdad el cacharro ese teletransportador de la película La Mosca.

Ya sabemos de dónde sacan los dibujantes japoneses las ideas para los monstruos: les basta con esperar a que un bicho les entre por la ventana.

Bueno, fuera lo que fuera, el problema era deshacerse de él.

A excepción de cucarachas y mosquitos, no me disgustan los insectos, pero cohabitar con uno es harina de otro costal.
Si es inofensivo, mi estrategia es confiar en que pronto se aburrirá de mi casa y se irá a un sitio más interesante desde el punto de vista insectístico. Esta método tiene una tasa de éxito más alta de lo que puede parecer a primera vista, y además requiere nulo esfuerzo por mi parte.
Pero si es peligroso, entonces hay que tomar medidas.

Tomemos por ejemplo un caso acaecido hace ya un porrón de tiempo, cuando el mundo era joven, los diplodocus se paseaban por la Tierra y Saturno se estaba haciendo una parrillada con sus hijos mientras Goya tomaba apuntes en su cuaderno de bocetos.
O bueno... mejor no nos remontemos tanto, porque entonces yo aún no había nacido.

El caso es que hace unos cuantos años, mientras estaba en el salón de mi casa charlando con un amigo que había venido a visitarme, de repente escuchamos un zumbido en la terraza y vimos que se había colado una avispa.

Ejemplar parecido a la de aquel día. La que entró en mi terraza era mucho más mortífera. Me pareció ver que hasta llevaba unos nunchakus.

Lo primero que se me ocurrió fue chillar, pero como eso queda poco varonil y tal, lo que hice fue cerrar la puerta de la terraza para que no se nos colara en el salón.
Después, pensé qué curso de acción tomar.
Lo más seguro, sin duda, era dejar cerrada la puerta de la terraza a perpetuidad y que hiciera allí su vida. Razoné que la esperanza de vida de una avispa debía de ser sensiblemente menor que la de un humano, y en un plazo razonable ella moriría de vieja y yo podría volver a usar la terraza.
Mi amigo, en cambio, tuvo otra idea con efectos a más corto plazo: coger el insecticida y cargárnosla.

No obstante, la cosa no iba a ser tan sencilla. Para empezar, el insecticida llevaba más de un año caducado.


Bueno”, deduje yo, “así se habrá hecho más tóxico y matará más”.


Era bastante lógico. Una vez casi la palmo por comerme un yogur que no llevaba ni una semana caducado, así que en esas condiciones, el insecticida seguramente desintegraría a la avispa, como mínimo.
El siguiente problema era decidir quién abría la puerta de la terraza para rociar el insecticida. Porque estaba seguro de que la avispa se lanzaría enseguida a la mano del valiente que se atreviera a asomarse.

Sinceramente, no recuerdo cuál de los dos llevó a cabo la heroica tarea. Supongo que mi amigo, ya que por aquel entonces yo ya había aprendido el sutil arte choricil de la delegación.
La misión fue un éxito y el temible díptero falleció entre agónicos estertores. Quizás algún día los de Hollywood hagan una película de tamaña gesta.

Imagen del final de la avispa.

Y después de este prólogo, más largo que el post en sí, volvamos a la mosca-libélula.

Al ser un insecto desconocido, y además japonés (ya sabemos que todas las criaturas japonesas están irradiadas), lo más probable es que ocultara peligrosos poderes mutantes. Así que la situación estaba clara: o lo exterminaba yo a él, o él aniquilaría a la humanidad.
Sin pensármelo dos veces, eché mano al insecticida. Pero después de meditarlo un poco, recordé que no tengo insecticida. Así que le di un cigarrillo, que dicen que el fumar mata mucho.

Pero espero que haga efecto pronto, porque el maldito se ha enganchado y tengo que comprarle una cajetilla al día. A este paso, me habría salido más barato mudarme de piso y dejarle este al bicho.

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domingo, mayo 20, 2007

Entrevistando a Don Guri (3)

(Sí. La entrevista que debería haber terminado en enero, aún continua...)

Gustav: En esta parte de la entrevista vamos a cambiar de tercio. Son varias también las preguntas relacionadas con el sexo femenino. ¿Qué pasa con las mujeres? ¿Cómo son las japonesas reales? ¿Se parecen a una geisha, o más bien tiran a luchadoras de sumo?
Don Guri: Hombre, hay de todo. En general son delgaditas, sí.

Escribí lo de la luchadora de sumo en broma, pero averiguando, averiguando, resulta que existe también el sumo femenino. Cada día se aprende algo nuevo...

G: ¿Es verdad que presentan cierta... ejem... “insuficiencia” de busto?

DG: Bueeeeeno, eso no es del todo cierto. También hay chicas con pecho grande. Pero suele ser difícil pillarse a una.

G: Porque hay pocas, claro.

DG: Yo iba a decir que porque son más caras, pero eso también vale.

Sin comentarios (en serio, no se me ocurre nada)

G: Algunos lectores están interesados en que les presentes a algunas amigas de tu churri.

DG: Por mí, encantado. Pero mi churri no me las quiere presentar a mí. Dice que estima demasiado a sus amigas para hacerles esa faena. Tengo que pensar detenidamente si eso significa algo bueno o malo.

G: Hablando de tu churri, el público en general no comprende bien vuestra relación. Te metes con su pecho, deseas a otras mujeres en su cara, renuncias a esforzarte, te relacionas con gente rara, mientes a tus amigos y te tiras el moco, cometes infidelidades cuánticas, tienes sueños sospechosos... ¿Cómo es que te aguanta?

DG: Pues siempre he dudado si es por mi irresistible carisma, o por mi aún más irresistible boina. Aunque tú verás que va a ser por el carisma de mi boina. Poniéndonos más psicoanalíticos, hay quienes dirían que la nuestra es una relación marcada por la pasión. Yo tengo mucha pasión que dar, y a ella le apasiona vapulearme.

G: De todas formas, tendrás que reconocer que no eres precisamente un ejemplo para los niños...

DG: Realmente, de eso tuvieron la culpa las artes marciales.

G: ¿¿¿Las artes marciales???

DG: Cuando era niño se puso muy de moda practicar judo, kárate y esas cosas. Me hablaron de un maestro de artes marciales inmortal y pensé “’¡Uao, inmortal! Ese sí que tiene que ser un buen maestro”. Y sin pensármelo dos veces, comencé el aprendizaje bajo su tutela. Absorbí todas sus enseñanzas, me empapé de su filosofía y dominé sus técnicas. Y así me convertí en el hombre que soy.

G: Pues no veo la relación. Las artes marciales suelen hacerlo a uno mejor persona...

DG: Sí. Lo que pasa es que escuché mal. No era un maestro inmortal... sino inmoral. Cuando me di cuenta, ya era cinturón negro. Pensé en cambiar, pero una de las lecciones de mi maestro es que requiere menos esfuerzo quedarse como uno es, así que no me queda más remedio que seguir regodeándome en mi moral difusa.


Oriente contra Occidente. Japón contra EEUU. Artes Marciales contra el Puñetazo Limpio. El teriyaki contra la hamburguesa.

G: Entonces, cuando no estás trabajando, ni escribiendo el blog, ni siendo denunciado por acoso, ¿qué haces? ¿Tienes algún pasatiempo?

DG: Huy, muchos. Los suficientes como para no poder dedicarme bien a ninguno de ellos. Lo del dibujo ya lo sabéis. Y como comenté dos o tres posts más pabajo, últimamente me ha dado un poco por la fotografía.

G: Ya... Ya me imagino lo que te interesa fotografiar.

DG: ¡Eeeh! Que conste que no soy yo el que está diciendo que si alguna chica quiere hacerme de modelo, que encantado y que seguro que será muy interesante y podrá tener unas fotografías de calidad muy personales y tal (guiño al público, guiño al público).

G: ¿Que no eres tú el que...? Jo, ¿seguro que no estudiaste Lengua con Goebbels? En fin, siguiendo con las aficiones, ¿te gusta la música japonesa?

DG: No mucho, la verdad. Además, me parece que no está mucho por internet, y por tanto si yo fuera uno de esos tipos que sólo escuchan la música que se bajan de internet, entonces no podría escucharla (obsérvese lo hábilmente que uso una oración condicional).

G: ¿Y qué tal la televisión?

DG: Es una cosa así como una ristra de anuncios entre los que en ocasiones meten cachos de programas a cual más tonto, pero que incomprensiblemente tienen un extraño poder hipnótico que engancha. Debe de ser algo subliminal. Quizás, un fotograma de una cerveza cada 20 segundos o así. Pero realmente, y como diría Proto, en general es una mierda. Afortunadamente, vivimos en la era del DVD y la banda ancha
(^^) b

El Takeshi Kitano de presentador en un programa de hechos médicos contados para acojonar al personal (¡en serio!) y una tía con cara de circunstancia.

(Finalizará en la próxima entrega...)

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miércoles, mayo 16, 2007

Carteloide

Llevaba ya tiempo sin meterme con las señales japonesas.
Los que lleven ya cierto tiempo aquí por el Chorizonte, seguramente recordarán la peculiar idiosincrasia que tienen los japoneses a la hora de
señalizar, poner carteles, rótulos y demás.
Así que con todos vosotros, vosotras y ustedes, he aquí un nuevo hallazgo. ¡Tachán!


Supongo que no hay ni que llamar la atención sobre el careto ese de la izquierda.


Como pista, diré que se trata del cartel de anuncio de un negocio donde pagas por que te hagan algo y (normalmente) sales mejor de lo que entraste. Vale, es una mierda de pista, pero es gratis, ¿no? Ya se sabe que uno no tiene derecho a quejarse por lo que es gratis.

Como es habitual, la solución dentro de unos días en este mismo post. Entre tanto, podéis ir dejando en los comentarios vuestras ideas sobre lo que es... o lo que debería ser.

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Y el cartel es...


... ¡El anuncio de una clínica dental!

Ahora, el misterio que queda es saber qué representa la cara.

Si es la del dentista, la lleva clara. ¿Quién quiere que un tipo con semejante mirada le trastee en la boca con un taladro y varios instrumentos punzantes?

Y si pretende ser la del cliente, peor todavía. ¿Se supone que los pacientes tratados se quedan así? ¿Será por el efecto de la anestesia?

Así que hasta que algún valiente se atreva a ir a esta clínica y nos cuente qué se oculta en su interior, tendremos que concluir que se trata de una metáfora gráfica de la lucha del hombre contra la caries...

...o no.

PS.- Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Como siempre, varias (o todas) de las interpretaciones tienen más sentido que la verdad. Y esta vez hasta tenemos una respuesta correcta (^^)

Y ... sí, , el que no los ha leído: ¡corre! ¡Pincha el link enseguida!

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viernes, mayo 11, 2007

Bioinformática y tal

Don Guri:
Tengo un gran problema, y te agradecería tu consejo.
Mira, estudié Ingeniería en Sistemas Computacionales, y estoy realizando mi tesis. Un maestro me propuso para un proyecto de análisis de secuencias proteicas, dentro del campo de la bioinformática. Consiste en analizar las proteínas contenidas en vegatales y animales por medio de un programa, comparándolas entre sí usando ciertos métodos de mi área.
Esto se oye muy bien y me dejó con la boca abierta, pensando que sería una buena referencia para buscar un trabajo.
... Pero resulta que no sé nada de biología, ni ADN, proteínas y esas cosas. Estudio pero no se me pega nada. Aparte, tengo que lidiar con la investigación de las herramientas que utilizaré. Existe ya algo similar en internet, pero no me sirve del todo, y hay cosas indispensables para el proyecto de las que no consigo encontrar información adecuada en internet.

Por favor, por favor, por favor, dame tu consejo. Si no me saca de este lío tremendo en el que estoy metido, por lo menos me hará olvidarlo haciéndome reír como acostumbran tus posts.

Nox

No creáis que es fácil dar con una imagen relacionada con el tema, amigos.

Estimado Nox:
No te preocupes: aunque mis conocimientos de bioinformática son nulos, ello no será ningún obstáculo para que te dé algún consejo. Es más, incluso te doy permiso para citarme en la bibliografía de tu tesis, lo cual sin duda contribuirá a su prestigio, grandeza y enjundia.
Aclarado esto, hay que reconocer que tu proyecto suena de maravilla. “Análisis bioinformático de secuencias proteicas”... Con ese nombre, ¿qué importa el contenido? Podrías coger un cuarto kilo de papel de periódico, pegarle unas tapas con el título y seguro que hasta te sirve para ligar.

: Hola.
ELLA: Piérdete. Acabo de ganar la corona de Miss Galaxia y tengo cosas más importantes que...
: Mira, mira el título de mi tesis.
ELLA: “Análisis bi-o-in-for...”. ¡Guao! Me he perdido en la segunda palabra. ¡Debes de ser un genio!
: Vente a mi casa y te explico detenidamente lo de las proteínas.

Ahora bien, al tribunal que juzgará tu tesis sí le importará el contenido, pero esto también se puede solucionar de varias formas.

Técnica CP: Coges toda esa información de internet que no entiendes bien, le haces un Copy-Paste, la imprimes y le pones unas tapas con tu título. A fin de cuentas, si tú no comprendes esa información, ¿qué te hace suponer que ellos sí pueden?

Técnica CP Plus: Para asegurarte la anterior, desorganiza algunas frases que hayas copypasteado, altera ligeramente la gramática, omite algunas palabras y mete otras que no vengan a cuento. El truco está en dejar el texto al borde de que tenga sentido, pero sin que lo tenga. Una persona normal dejaría de leer tras el primer párrafo, pero los que te examinen están obligados a leerlo (y entenderlo) todo. Poco a poco sus neuronas se irán destruyendo por el esfuerzo, y para el final no serán más que cáscaras vacías que podrás manipular a tu antojo.

Ejemplo:
Eclipse Lunar: La Tierra se interpone entre el Sol y la Luna, oscureciendo a este último. La Luna entra en la penumbra de la Tierra que proyecta ella misma, y se interpone con el Sol. Esto sólo puede ocurrir en luna llena o también cuando los tres se alinean o están en los opuestos. Los eclipses lunares se dividen a su vez en dos: totales, parciales y penumbrales; dependiendo de si la Luna pasa en parte o no en su totalidad el cono de sombra retroproyectado por la Tierra, o únicamente lo hace por la zona de penumbra.

Este es el el original (de la Wikipedia):
Eclipse Lunar: La Tierra se interpone entre el Sol y la Luna, oscureciendo a esta última. La Luna entra en la sombra de la Tierra. Esto sólo puede ocurrir en luna llena. Los eclipses lunares se dividen a su ven en totales, parciales y penumbrales; dependiendo de si la Luna pasa en su totalidad o en parte por el cono de sombra proyectado por la Tierra, o únicamente lo hace por la zona de penumbra.

Las imágenes y gráficos quedan bonitos, y los hay a montones en internet.

Técnica PD: Averigua cuál es el Punto Débil de los que te vayan a examinar. Pongamos que el fútbol. Empieza a escribir sobre el análisis de secuencias, y cambia de tema en cuanto puedas.

Ejemplo 1. Transición gradual:
Los programas informáticos utilizados para cotejar secuencias de proteínas de especies vegetales y animales arrojan en ocasiones un índice de correlación similar al obtenido al comparar los resultados de los partidos de liga entre equipos de primera y segunda división. Pongamos por caso el de (nombre de un equipo que esté en el candelero), cuyo último fichaje ha...

Ejemplo 2. Transición abrupta:
Los programas informáticos utilizados para cotejar secuencias de proteínas de especies vegetales y animales Ronaldo hizo un papelón en el último mundial, y esto es así porque...

Técnica PD Plus: Sólo sirve si el tribunal es masculino, pero es definitiva. Llena las tapas con un cuarto kilo de papel de periódico. Pero usa sólo páginas de la sección de contactos. Incluye tantos bonos para usar los anuncios como miembros del tribunal con un plazo de validez de dos horas a partir de ese momento, y en la primera página señala bien en rojo el anuncio ese de una tal Miss Galaxia.

Suerte.

Don Guri

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domingo, mayo 06, 2007

Puente

Esta semana que ha terminado se llama Golden Week en Japón. Hay un par de días laborables y el resto es fiesta, y normalmente se forma un macropuente de una semana. Algo así como en Semana Santa, para entendernos.

Una de las obligaciones cuando se tienen vacaciones es que hay que hacer algo, preferiblemente lejos. Porque si te quedas en casa descansando o no sales del barrio, eso es hacer el pringao.
Así que un dia me di una vuelta por un sitio llamado Odaiba, por ahí por la Bahía de Tokio. Uno de los objetivos era hacer fotos del Rainbow Bridge, un peazo puente que une Odaiba con Tokio.


Foto que no hice yo. No se ve, pero a la derecha hay como medio kilómetro (sin exagerar) más de puente o acceso al puente o lo que sea.

Lo que no sabía era que podías entrar y pasearte por dentro a lo largo de todo el puente. Tampoco sabía lo larga que puede ser una cosa que a simple vista parece tan compacta.
No tenía nada que perder excepto el tiempo: me sobraba una media hora para coger el tren e ir a una cita con una amiga que tenía en el otro extremo de la ciudad. Pensé que sería chulo hacer fotos desde dentro del puente; eso no está tan visto. Así que me metí con la idea de echar un vistacillo y salir pronto por donde había entrado.

"Paisaje" del primer medio kilómetro, antes de llegar al primer arco. Obsérvese que no fui el único pardillo en pegarse el paseo.

... Lo siguiente que supe es que llevaba adentrándome más de 20 minutos. Sin duda, esta pérdida de la noción del tiempo se debía a algún efecto relativista de distorsión temporal que se produce cuando uno se pasea por un puente japonés. Alguien debería estudiarlo.

De cualquier modo, el caso es que ya casi era la hora en que debía estar cogiendo el tren. Era imperante salir de allí como fuera. Pero a mi derecha sólo estaba el mar, bajo cuyas aguas seguramente nadaban voraces primos acuáticos de Godzilla. Y a la izquierda, coches circulando lo menos al 80% de la velocidad de la luz y emitiendo gases que iban mutando las células de mis pulmones segundo a segundo.
Sólo podía avanzar hacia adelante o hacia atrás. Comprendí entonces lo que debe sentir un ser que viva en un universo unidimensional. Aún más: comprendí lo que debe sentir un ser que viva en un universo unidimensional y que encima vaya a llegar tardísimo a una cita.

Rápidamente, guiándome por mis instintos, resolví que después de la caminata que me había pegado, lo mejor sería seguir avanzando. Ya debía faltar poco para salir por el otro lado.
Efectivamente: un buen rato después encuentro un cartel que me dice que... aún falta un poquito para llegar a la mitad. Que alguien me diga dónde puedo descambiar mis instintos.

"Paisaje" del tramo entre los dos arcos.

Total, que después de gastar un par de milímetros más de suelas conseguí llegar al otro extremo, coger el tren y llegar sólo casi una hora tarde. Mi amiga estaba visiblemente molesta. Sólo había un modo de arreglar la situación: echando mano de la gramática choricil.

ELLA: ¡Muy bonito! ¡Una hora esperándote!? ¿Vives en una franja horaria diferente o qué?
YO: Bueno, bueno. Ya te dije que iba a hacer fotos. Es lo que tiene esto: hay que esperar la dorada luz del ocaso y tal. Uno está a merced de la Madre Naturaleza.
ELLA: ¡De la madre que te trajo! Te daba perfectamente tiempo a hacer la foto del puente al atardecer y presentarte a tiempo.
YO: ¿”Foto DEL puente”? ¡Yo te dije “foto EN el puente”! Si no sabes distinguir las preposiciones, toda la culpa es tuya. Tú sabes lo largo que es ese puente. ¿Qué querías, que después de sacar la foto fuera volando hasta la orilla? ¡Por Dios! Qué sólo soy una persona. ¡Y tú me pides milagros! Sí, sí, ya lo sé: no era tu intención. Pero me has herido. Me has herido mucho. “de” y “en”. ¿Merece la pena romper una amistad por dos letras? Pero si para ti sólo valgo lo que una preposición malentendida, adelante, procede y acaba la relación... y quizás con el último resquicio humano que te queda en tu alma. Y escúchame bien esta vez: he dicho “EN tu alma”. No “de”, ni “a”... ni siquiera “con”. ¡“EN”!
ELLA (dubitativa): Bu... Bueno, quizás me equivocara al escuchar. Perdona, me he pasado.
YO: Y tanto. Y tú verás que todavía se te ocurrirá insinuar que acabo de inventarme eso de “en el puente”.
ELLA: No, no. Perdona, por favor.
YO: Está bien. Pero tendrás que invitarme a cenar.
ELLA: Claro, por supuesto.

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