Con la boca abierta
Aparte de que ir al dentista no ha sido nunca uno de mis pasatiempos favoritos, estaba el problema de la comunicación, por supuesto.
Dentistas: esos bromistas que nos llenan la boca de instrumentos punzantes y luego nos dan conversación.
Pensadlo así: cuando por un motivo u otro uno termina viviendo en un país extranjero, una de las cosas por las que se preocupa es por aprender el idioma. Estudia en una escuela, por sí mismo o con la práctica diaria. Y poco a poco va consiguiendo pequeños logros como:
- entrar en un restaurante y pedir la comida verbalmente, en vez de con mímica.
- entenderse con los empleados de la estación de tren cuando no está seguro de dónde tiene que hacer los 28 transbordos necesarios para llegar a su destino, en vez de tirarse media hora descifrando el mapa de líneas y acabar perdido en algún punto de la red de transportes del otro extremo de Japón.
- comprender que esa chica tan mona con la que lleva quince minutos hablando y que cree haberse ligado, en realidad pertenece a la secta del gas sarín; y que no le está llevando a su apartamento para pasar una noche loca de pasión, sino a la cámara de pruebas.
A veces, no entender bien el idioma local puede llevar a incómodas situaciones
Pero las verdaderas pruebas de fuego, cuando realmente se comprueba si dominas el idioma o no, es cuando tienes que tratar con la administración o con los médicos. Piensa si con tus conocimientos actuales de la lengua extranjera que hayas estudiado podrías expresarte con soltura en alguna de las siguientes situaciones:
1- Una reclamación en Hacienda porque te han desgravado un 5% menos de lo correspondiente a la tasa interanual aplicable a trabajadores autónomos según los estatutos relativos a profesionales extranjeros con permiso de trabajo. El éxito supone recuperar justamente tu dinero; el fracaso, que se envalentonen y los próximos años te vayan quitanto más y más hasta que acabes como un sin techo.
2- Sientes unas punzadas palpitantes en la región lumbar. Estás preocupado porque en tu familia hay antecedentes clínicos hereditarios de quistes renales, y te gustaría que te hicieran unas ecografías para descartar cualquier problema. Debes advertir que eres alérgico a los corticoides. El éxito supone coneguir el tratamiento adecuado; el fracaso, que la palmes.
Bueno, y ahora que ya tienes algo en lo que pensar la próxima vez que gastes tu dinero matriculándote en un curso de idiomas, sigamos.
Estábamos en el dentista. El momento de más tensión viene cuando te sientan en el sillón y te preguntan qué te pasa. En mi caso, este era el problema:
“Tengo un dolor sordo e intermitente en la segunda muela por detrás, en la mandíbula inferior. Tiene hecho un empaste de aleación, pero la muela del final tiene una endodoncia, y no se puede poner la funda que necesitaría porque los enganches que se aplican podrían ocasionar problemas si no se extrae previamente la muela del juicio que está debajo”...
... Es lo que quería explicarle. Como me faltaba vocabulario, tuve que expresarme con otras palabras:
“Esta muela. Me duele”, expliqué, señalándome con el dedo y confiando en que la profesionalidad del odontólogo hiciera el resto.
Dibujillo resultón que encontré por ahí y que he puesto, más que nada, para interrumpir tanto texto seguido.
El dentista me echó aire en la muela, pero esta ni se inmutó. Cuando tiene que doler, no duele, la muy traidora. Me estaba dejando por mentiroso.
Total, que me hizo unas radiografías. Las radiografías no mienten y detectan los problemas con precisión.
Como era de esperar, los resultados fueron:
- una caries entre dos muelas de arriba que yo ignoraba. Al estar entre dos muelas, contaría como dos en la factura. Habría objetado a eso, pero uno no discute con un tipo que sostiene un taladro dentro de tu boca.
- otra caries que se había filtrado bajo el empaste de la muela de la endodoncia que, al no tener nervio, no molestaba nada. Ya sabía yo que un palabro como “endodoncia” no podía traer nada bueno.
- y en la muela que me molestaba, no había nada anómalo.
Conclusión: fui a que me arreglaran una muela que en la consulta no presentó ningún problema. En cambio, me volví con dos citas para arreglar otras dos muelas. Y cuando llegué a casa y me bebí un vaso de agua, la condenada muela empezó a molestarme otra vez.
Me c*g* en mis muelas.
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