domingo, julio 30, 2006

¡A la basura! (2): Basura combustible

Yo diría que la basura más problemática y mortífera es la combustible.
Esto es un ejemplo de basura combustible, antes de ser basura:

Parezco delicioso y nutritivo, pero puedo llegar a ser tu peor pesadilla.

Se recoge los lunes y los jueves. Esto quiere decir que el lunes por la mañana tiras tu basura... y toda la que produzcas a partir de ahí te la guardas en casa hasta el jueves por la mañana, cuando vuelve el camión de recogida.
La verdad es que esto en invierno todavía tiene un pase. Pero en verano... ¡Ay, en verano! Si eres tan gilip... digooo... tan inocente como para cocinar pescado el jueves por la noche, esto es lo que te espera.
  • Viernes: la casa apestará a pescado podrido. Es lo natural, a casi 40 grados y una humedad del 300%. Esto incentiva la economía local porque serás incapaz de comer en casa en medio del hedor, y tendrás que irte a un restaurante. Puedes sufrir mareos al respirar el aire del hogar.
  • Sábado: los nervios olfativos se entumecen y el cerebro se repliega sobre sí mismo. Paradójicamente, la higiene de la casa aumenta porque las posibles moscas y cucarachas huyen del inaguantable pestazo. El aire va dejando de ser transparente.
  • Domingo: ¡desastre total! A la casa le ponen un cordón policial y es declarada zona catastrófica. Los edificios de madera más antiguos pueden verse afectados en su integridad: los tabiques se corroen y las vigas se deforman.
  • Lunes por la mañana: de alguna manera sorteas la atmósfera ponzoñosa, consigues agarrar la bolsa y tirarla a la basura. Toda una proeza conseguida por un tipo normal y ordinario como tú. Para celebrarlo te haces un besugo a la plancha y... ¡Oh, no!
Esto es en el mejor de los casos, claro. Pongamos que, por cualquier razón, ese lunes no puedes tirar la basura: te quedas dormido, trabajas, estás desmayado por la peste, los marcianos te abducen...
Una opción es morirte. El ser humano tiene un aguante físico, psíquico y químico. A partir de cierto límite, las constantes vitales se quiebran y la diñas.
Pero si eres espabilado, puedes sacar una pequeña fortuna. Es fácil: Te esperas un par de días más (puedes hospedarte en un hotel); vuelves entonces a casa; para ello te enfundas en un traje anti-radiación, pues los efluvios y las miasmas disolverían tu piel en dos segundos; metes la bolsa de basura en un cacho de tubería; tapas los extremos; le pegas dos cohetes y listos: ya tienes un misil cargado de armamento químico en plan barato que puedes vender a grupos terroristas con poco presupuesto.

Nada de guerra. Es un japonés al que se le pasó sacar la basura.

Claro que eso de la guerra química está prohibido por la ONU y tal. Puedes meterte en líos. Si no buscas problemas, quizás sea mejor optar por una solución más sencilla: come pescado los domingos y miércoles por la noche.
O cómete también los restos del pescado.

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miércoles, julio 26, 2006

¡A la basura! (1)

El reciclaje es bueno.

Es malo, lo sé. Pero no había presupuesto para más.

Eso es indiscutible. Pero algunas ciudades se toman el tema más en serio que otras, y aquí en Tokio, y concretamente en algunos barrios, parece que para evitar que el ciudadano joda al medio ambiente, la solución consiste en joder al ciudadano.

Ya para empezar, cuando te mudas a vivir a un barrio nuevo, recibes la Guía del Ayuntamiento para conocer las instalaciones, servicios y demás de la zona. Pues bien, en ese libro también se incluye una Guía para Tirar la Basura.
En la susodicha guía aparece una clasificación de la basura en casi infinitos tipos, a cada uno de los cuales corresponde un día de recogida, un lugar de depósito y una forma de prepararlo antes de tirarlo: dentro de una bolsa azul, dentro de una naranja, atado, en un cajón, con un rótulo que indique si hay cristales rotos dentro, sin tapón, sin etiqueta, etc...
Todo ello respondiendo a criterios tales que, para clasificar bien tu basura, necesitas lo menos un doctorado en Tecnología y Fabricación de Materiales y otro en Química Orgánica e Inorgánica. Y para controlar los horarios y días de recogida, otro en Álgebra y Cálculo Infinitesimal.

Vamos, si el 75% de la gente no entiende ni las instrucciones para programar el vídeo, ¿dónde va con esto?
Se dice incluso que, hace años, Stephen Hawking pensó en instalarse a vivir en Tokio. Pero abandonó la idea porque no conseguía comprender cómo debía tirar la basura. Frustrado, decidió dedicarse a algo más fácil: la física cuántica de los agujeros negros. Y así escribió su libro.

“Yo quería tirar correctamente mi basura, pero era más fácil graduarme en astrofísica”.

A grandes rasgos, la basura se divide principalmente en dos grupos: combustible y no combustible. La combustible es aquella que se puede quemar: restos orgánicos, papeles, madera, etc. Y la no combustible, pues lo demás.
Cada día se recoge sólo un tipo de basura. Y esa es la unica basura que puedes tirar ese día.

Hasta aquí parece fácil. Hasta obvio.
Pero la capacidad de (m*la lech*) inventiva del ser humano es ilimitada, y vamos a ver cómo se puede complicar hasta alcanzar y superar los límites del entendimiento racional.

Este es el primero de una serie de posts dedicados a comentar cómo tirar algo a la basura. La relación días / tipos de basura que emplearé será la que se usa en mi barrio, y empezaremos por la terrible, ominosa y cataclísmica basura combustible.

Dos papeleras. Combustible o No Combustible. He ahí la cuestión.

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domingo, julio 23, 2006

¿El tamaño no importa?

Llevaba yo ya unos meses en Japón, cuando un amigo me dijo:

- Oye, Don. ¿Te has fijado en que los rollos de papel higiénico son más anchos aquí que en España?
Evidentemente no me había dado cuenta, así que decidí fingir que, no sólo ya lo sabía, sino que lo había notado antes que él, en cuanto había visto el primer rollo japonés a menos de dos metros:

- ... ¿Eh?... – Respondí. Me traicionó el subconsciente.

Menuda revelación. ¿Era posible tal cosa? Jamás en mi vida se me habría ocurrido que la anchura del papel higiénico no fuera una cosa estandarizada en todo el mundo. A fin de cuentas, su objetivo anatómico tiene las mismas dimensiones (o casi) en cualquier ser humano. Y además, ¿qué pasaba con los porta-rollos? ¡También tendrían que ser diferentes!
Pero mi amigo se caracteriza por su penetrante mirada, así que no era cosa de dudar de él. Me quedaban unos meses para regresar a España, y tuve que esperar para comprobarlo en persona, devorado por la impaciencia y la curiosidad.
Cuando al fin estuve de vuelta en España, me dirigí en seguida al cuarto de baño. Fue la primera (y única vez) que he entrado ahí por necesidad intelectual y no física. Mis temblorosas manos cogieron el rollo y... ¡Era verdad! ¡Era más estrecho! Concretamente, medía 9.2 cm, frente a los 11.5 cm de los rollos japoneses.


Maravillosos 11 centímetros y medio de esplendor

¿Tiene esto algo que ver con el deporte del sumo? No lo sé. Lo ignoro. Pero confirmada esta cuestión, ahora me pregunto: ¿Cómo será en otros países? ¿Quién decide el ancho del papel higiénico en cada país? ¿El Ministerio de Sanidad? ¿El de Cultura? ¿O depende del país? Por ejemplo, en España, muchos dirían que el Ministerio de Justicia (por aquello de que funciona como el culo y la justicia es una m**rd*)
En fin. Sea como sea, desde entonces soy más consciente de este humilde producto, que pasa casi desapercibido, pero que juega un imprescindible papel en nuestras vidas.

Y tú, ¿sabes cuánto mide el tuyo?

Para los amantes de las sensaciones fuertes

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miércoles, julio 19, 2006

Grandes Almacenes Satánicos

Hay que ver.
Resulta que día sí día no, paso por ese sitio situado en el barrio de Shinjuku, desde hace más de dos años. Lo habré tenido delante de los ojos unas 200 veces sin exagerar, y unas 5000, exagerando. Pues hasta la semana pasada no me di cuenta.
Allá en la lejanía, el rótulo de unos grandes almacenes, con letras de un metro de
altura:

El Diablo en Shinjuku

Sí, sí. Eso mismo. OMEN = “La Profecía”

"¿Has visto lo que ha hecho la...?" Ah, no. Esa era otra.

¡El Diablo tiene unos grandes almacenes en pleno Tokio y nadie hace nada! ¿Cómo es posible?
Pero lo que más me intrigaba era: ¿Qué se venderá en unos Almacenes Satánicos?
Lo más obvio serían objetos maléficos, productos malditos o regalos encantados. Pero pensándolo mejor, eso al Diablo de poco le iba a servir.
No. Probablemente, serían unos almacenes exclusivos de CDs y DVDs piratas.
Ya sabemos que semejantes azotes de la economía y la cultura mundial convierten automáticamente en endurecidos criminales a todo aquel que los adquiere, aumentando así el número de almas disponibles para la cosecha de El Maligno, a la vez que socavan y hunden los pilares del libre mercado, provocando a medio plazo un colapso global que acabará con el planeta y condenará a sus habitantes al INFIENNO (¡Aaaaaah!).
En consecuencia, me dirigí a los Almacenes OMEN a ver si pillaba el DVD de algún estreno de cine baratito. Total, mi alma ya debe de estar tan condenada que un poco más de condenación no iba a suponer mucha diferencia.
Pero al acercarme... ¡Tacháaan! Mira lo que era:

Efectivamente. Se trataba de una sucursal para hombres (MEN) de los almacenes OIOI (léase “marui-marui”), una de las más famosas cadenas de grandes almacenes de moda en Japón.

No obstante, creo que mi idea no es descabellada. En algún sitio, El Oscuro lleva a cabo sus negocios. Y ese sitio puede estar más cerca de ti de lo que piensas...


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lunes, julio 17, 2006

Justificación para este blog (como si hiciera falta)

Viendo los miles de millones de blogs (u más) que salen cada día, pues como que no creo que se necesiten muchas razones para montarse uno. Así que aquí va un blog más a consumir una ínfima parte de los recursos de algún gran servidor, y una gran parte de mi ínfimo tiempo libre.
Ya que vivo en Tokio, supongo que lo más fácil sería hablar de lo que es la vida por aquí. Pero resulta que páginas y blogs de españoles viviendo en Japón que retratan la realidad cotidiana de este país los hay a patadas. Y además lo hacen mejor de lo que podría hacerlo yo, así que les dejo a ellos esa tarea. Yo, tendré que ceñirme a la irrealidad cotidiana o, en su defecto, a aquello que se me vaya ocurriendo.
Eso sí, nada es eterno (1). Así que adelantándome al hecho de que un día habrá que echar el cierre a la cosa esta, he decidido ponerle fecha de caducidad: el 17 de julio de 2007.
Aunque una vez abierto el chorizo, vete tú a saber qué le va a pasar. ¡Aprovecha y pon tus comentarios antes de que se acabe!

(1) con la posible excepción de la energía.

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