Yogur mortal
Dicho de otra forma: mientras en España a veces parece que en las cajas de supermercados, bancos y ventanillas de administración compiten por ver quién consigue hacer la cola de clientes más larga, en Japón hay dependientes que son capaces de pegarse una carrera de tres metros para atender rápidamente una caja en la que hay un cliente esperando.
Claro, que esto de las colas de clientes no siempre hay que achacárselo a los sufridos trabajadores que están en la caja. El otro día, entré en una tienda de 24 horas para comprar un helado.
Y quiso el azar (y nada más que el p*to azar) que, cuando trinqué el helado y me dirigí a la caja, una venerable anciana me ganara por una décima de segundo y pusiera su cesta para que le cobraran.
Sólo llevaba un par de cosas, así que en principio no había motivo de preocupación.
Pero Dios es cruel y juega con nuestras esperanzas. La anciana le pregunta a la cajera:
Anciana: Estoy buscando un yogur con plátano de la marca Patatín, que tiene un noséqué de máspallá.
Cajera: Ahí están los yogures, señora. Justo a la izquierda de la caja.
Anciana: Sí.... Pero, es que no lo encuentro.
Cajera: Un momento...
La cajera, en su esfuerzo por brindar buena atención al cliente, da una carrera de metro y medio hasta los yogures. Mientras, detrás de mí ya hay otra persona esperando. La cajera busca el yogur un poco nerviosa. Yo empiezo a intuir cómo se va a desarrollar la historia, y agarro el helado por un filillo para que el calor de mi mano no lo derrita.
Cajera: Pues no lo veo, señora.
Anciana: Eeeh...
Otro cliente más en la cola. La anciana habla y se mueve a cámara lenta. La dependienta pide ayuda a su compañera, que deja de reponer y da una carrera de cinco metros hasta los yogures.
Reponedora: Dime.
Cajera: Mira, esta señora, que está buscando un yogur...
Anciana: Es un yogur con plátano de la marca Patatín con un noséqué de máspallá
La reponedora recorre los yogures con la vista. Mientras, la cajera no puede seguir atendiendo, porque tiene la cuenta de la anciana sin cerrar. Los clientes se acumulan. Puedo imaginar mi helado fundiéndose dentro de su envase.
Reponedora: Mire usted, señora. De ese yogur, no hay.
Anciana: ¿No hay?
Reponedora: No.
En un mundo lógico y normal, eso habría sido el final. Pero no para la viej... digo, anciana. Su réplica fue prodigiosa.
Anciana: Pues antes había.
)(@o@)(
¡Diga que sí, señora! Y antes también había dinosaurios. Pero se extinguieron hace millones de años. Seguramente muertos de inanición en la cola de otro súper, esperando detrás de una antepasada suya.
¿Qué respuesta es buena – y a la vez respetuosa con el cliente - para semejante argumento?
No sé cómo terminó el asunto. La reponedora dejó a la anciana con la cajera que la había atendido al principio, mientras ella daba una carrera de dos metros y medio hasta la otra caja para atender a la cola de clientes que se había formado.
Salí de allí y me comí el helado por el camino. Pensaba en la valiosa lección que había aprendido. Cuando algún dependiente me diga alguna vez que no le queda de algo, le diré que antes sí había, y con eso haré trizas su lógica y su espíritu.
Pero me preocupa una cosa.
Al ser una tienda de 24 horas, no cierra nunca. Ergo, posiblemente la pobre cajera aún esté allí, atendiendo a la señora. Buscando el yogur con plátano que una vez hubo...
(Para saber más sobre el mundo de las cajeras de supermercado, puedes visitar el blog de Lorzagirl)
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