jueves, septiembre 27, 2007

Es inútil

El otro día me llamaron “idiota”.

Bueno, más que “idiota”, fue “inútil”. Y la verdad es que no me lo llamaron a mí, sino a un tipo que estaba cerca mía.
... Y si conjugamos correctamente el verbo, no “se lo llamaron”, sino que “se lo llamé” yo.
Y no a la cara, por supuesto, sino mascullando para mí mismo: nunca se sabe quién puede ser más fuerte que uno.

El individuo se había equivocado al meter el dinero en la máquina de venta automática de billetes de tren y no encontraba el botón de devolución, a pesar de que estaba bien señalizado, era grande, rojo y lo tenía delante de las narices.
Claro, que en seguida recapacité: ¿Qué derecho tenía yo a tildar a alguien de inútil sólo por no darse cuenta de un botón? ¿Acaso no he actuado yo mismo como un perfecto inútil en otras ocasiones?
Hice un rápido cálculo mental y el cerebro me hizo overflow enseguida. Sí señor: la conclusión fue que todos, en un momento u otro, en un campo u otro, somos inútiles. Dejando aparte taras mentales y golpes en la cabeza con los columpios cuando niños, la vida moderna es simplemente demasiado complicada como para desenvolverse con competencia en todos sus aspectos.


Como nos demuestra este anuncio rapiñado de otro blog (de cuyo nombre lamentablemente no me acuerdo, lo siento), no todo está perdido: los inútiles siguen siendo útiles para según qué trabajos.

Yo creo que el punto de inflexión fue el Renacimiento. Antes de aquello, los conocimientos acumulados eran tan escasos y tan erróneos que en el fondo daba igual que uno supiera mucho o poco. Pero de buenas a primeras empezaron a salir listos como DaVinci y compañía, se liaron a inventar, a descubrir cosas, y el conocimiento y la complejidad social se dispararon exponencialmente hasta llegar a la actualidad, cuando descifrar el contrato con las cuotas de móvil más ventajosas es más difícil que interpretar geroglíficos egipcios sin diccionario, boca abajo y al tacto.

Por ejemplo, me reconozco un idiota total en cuanto a burocracia se refiere. Cada vez que llega una carta del Ayuntamiento a mi buzón me echo a temblar pensando en qué trámite se me viene encima. Y cuando no me llegan cartas, también me echo a temblar pensando en si no habrá algún trámite que se supone debería conocer y hacer por mi cuenta y se me está pasando.
Hasta ahora me las he apañado para ir sobreviviendo, pero tengo aceptado que algún día meteré la pata con un papel importante y seré borrado de la sociedad. Existiré como ente biológico físico, pero legalmente tendré los mismos derechos y estatus que la polilla esa que estoy viendo ahora mismo pegarse de hostias contra la farola de la calle.

Así es como veo la burocracia: como este bonito fractal en el que por mucho que profundices, la complejidad no disminuye. Solo que el fractal no tiene capacidad para joderte la vida.

Cuando uno sabe que es un inútil en algo, el recurso más socorrido es evitar realizar tales acciones. Tomemos el caso del baile, campo en el que hasta un estropajo borracho se desempeñaría con más habilidad que yo. Soy tan inútil que no podría bailar ni el Baile de San Vito. Por ejemplo: estoy en una fiesta animada con la música chumba chumba y de repente a la gente le da por ponerse a bailar. Encima está esa chica que me gusta y ante la que no quiero hacer el ridículo. Hay que inventar una excusa como sea:

- ¡Agh! ¡Justo ahora me ha dado el calambre metacarpiano, el lumbago reumatoide y la periflastia estafilocóspica!

Claro, que siempre está el que te insiste.
- Venga ya, hombre. Si precisamente el ejercicio es bueno para eso. Márcate unos pasos. ¡Escucha qué música!

Así que hay que usar una excusa más grande, más exagerada, más bestial:
- ¡Pero es que bailar liberaría al espíritu maligno aprisionado en mí! Os despellejaría, arrojaría sal en la carne viva y arrancaría las vísceras de todos los que estáis aquí!

Esto suele sembrar una duda suficiente para que te dejen tranquilo. Pero algunos son perseverantes por naturaleza.
- Sí, bueno. La fiesta está empezando a decaer. Eso le dará vidilla. ¡Escucha qué música!

Es entonces cuando hay que dejarse de hostias y sacar la artillería pesada:
- ¡¡¡Cuidado!!! ¡¡¡Ha entrado uno de la SGAE!!!

[¡Pánico! ¡Escenas de histeria, caos y confusión! ¡La gente tira los CDs por el wáter y salta por las ventanas! ¡Estampida general!]

Me gustan este tipo de fotos así, a contraluz. No todo va a ser cachondeo.

Claro, que a veces uno pude superar su inutilidad.
Por ejemplo, hace tiempo también era bastante inútil en cuanto a mujeres se refiere. Siempre pensaba que yo les gustaba justo a las que no les gustaba, y creía que no les gustaba a las que sí. Resultado: un promedio de aciertos del 0%, y una vida sentimental sólo ligeramente más interesante que la de la mancha de humedad que reaparece periódicamente en el techo de mi baño.
Hasta que un día se me ocurrió cambiar de estrategia. Ahora supongo que le gusto a todas las chicas. Con este método obtengo un promedio relativo de un 50% de aciertos, un 40% de fallos y un 10% de denuncias. Al menos, hay variedad de resultados.

En fin. Sea como sea, lo que está claro es que TODOS somos inútiles en muchas más cosas que en las que no lo somos. Y por eso a nadie le importa que el vecino sea de los que se ponen primero los zapatos y después los pantalones: porque sabemos que nosotros seguramente somos el doble de inútiles que él; lo que pasa es que lo disimulamos el doble de bien.

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domingo, septiembre 16, 2007

Cómo conseguir novio

Adorado Don Guri:

Soy una chica joven. Mis amigas me dicen que soy mona y simpática. No tengo manías raras y creo que soy una persona interesante y abierta. Pero de una manera u otra, ninguna relación con un chico me acaba cuajando. Ya no sé si soy yo el problema o el resto del mundo es el que falla, pero estoy empezando a desesperarme y cada vez se me hace más difícil mantener la esperanza de conseguir novio de una vez por todas.
Espero que puedas compartir conmigo tu gran sabiduría y orientarme en esta difícil tarea.

Gracias:

Buscadora


Las siempre difíciles relaciones entre hombres y mujeres. Cuánto tiempo habría ahorrado la humanidad si fuéramos amebas y nos reprodujéramos por simple partición. A estas alturas ya habríamos descubierto los secretos del vuelo hiperestelar y habríamos formado un Imperio Ameba que dominaría la Galaxia.

Querida Buscadora:

Has hecho bien en acudir a mí, pues conozco los tres pasos infalibles para conseguir novio y que nadie se atreve a sugerir por considerarlos políticamente incorrectos.

Vamos a dejar clara una cosa: nadie se enamoró jamás de alguien por su páncreas, así que el interior es muy importante, pero no es lo único importante (excepto para gentes como Jack el Destripador y tal).

Muchos hombres lo negarán, muchas mujeres dirán que hay otras formas. No son los más cómodos ni agradables, pero estos son los 3 puntos empíricamente probados que te aseguran que un chico se cuele por ti en el menor tiempo y de la manera más efectiva posible.

Helos aquí:

1- Vístete como un putón. No te preocupes por tu físico. Aparte de llamar su atención, una imagen provocativa le está diciendo directamente a su subconsciente que te encuentras sexualmente disponible, lo cual liberará hormonas de la líbido (el amor es química; esto lo han dicho los mejores químicos).

Juzguen ustedes qué chica tiene más posibilidades de atraer al hombre de sus sueños.

2- Interésate (o al menos simúlalo) por sus aficiones y ríele todas las gracias. Es la parte que le hará desear estar siempre a tu lado. FUNDAMENTAL para crear lazo emocional. No puedo subrayar suficientemente lo importante que es este paso... aunque puede ser el más duro de llevar a cabo.

Nadie dijo que fuera fácil.

3- Vete con él a la cama a la primera oportunidad que se presente. O a la segunda, pero no lo retrases más. Por mucho que digan que la resistencia aumenta el deseo, lo que más aumenta es la frustración... y mientras tanto, puede llegar otra chica dispuesta a aplicar los pasos 1, 2 y 3.

Es importante que dejes la luz encendida. Los hombres suelen ser criaturas que se excitan visualmente... Y además, algunos no son demasiado espabilados.

Esta estrategia no tiene nada de racional: está diseñada biológicamente para actuar sobre los más profundos instintos masculinos codificados en el cromosoma Y. Es por ello que el 99% de los hombres no podrá resistirse (el restante 1% es que tiene algo sospechoso en dicho cromosoma; mejor dejarlos correr si no quieres una descendencia genéticamente dudosa).

Eso sí, por mucho que alguno de los pasos pueda resultarte molesto, es imprescindible aplicar los tres, ya que si sólo utilizas uno o dos de ellos, simplemente serás considerada como:

Sólo el 1: Una tentación más.
Sólo el 2: Una buena amiga.
Sólo el 3: Una chica fácil con la que desahogarse.
El 2 y el 3: Una buena amiga con derecho a roce. Puede evolucionar en novio, pero no le provocarás el subidón hormonal que causarías usando también el paso 1; y cuidado con las que sí lo usan.
El 1 y el 3: Una grata experiencia de la que fardar con los amigos.
El 1 y el 2: Una calientap*llas.

Por supuesto, esta estrategia sólo garantiza un novio. Si además lo quieres de calidad, entonces me temo que tendrás que consultar el “Paso esencial para conseguir un buen novio” en la sección de pago del blog que... ¿Cómo? ¿Que no hay sección de pago? ¡Mecachis! ¡Una oportunidad de negocio perdida!

Bueno, pues ya puedes salir a buscar. Sobre cómo deshacerte luego de él, eso ya es otra historia.

Atentamente:

Don Guri

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jueves, septiembre 06, 2007

Aprender japones: Shou ga nai

NOTA: Advertimos que los contenidos de este post pueden resultar difíciles de creer para alguien que no haya vivido en Japón.

En todo idioma hay una serie de palabras o expresiones que se usan con más frecuencia y que, en cierta medida, reflejan la idiosincracia de sus hablantes: el “más o menos” del español, el “oh la la” del francés” o el “mother fucker” del inglés.

En japonés también existen. Y una de las expresiones más utilizadas, socorridas y abusadas es “shou ga nai” (léase “shooganai”).

Shou ga nai” escrito en silabario hiragana. Ya puedes estampártelo en una camiseta.

En principio, “Shou ga nai” podría traducirse como “qué se le va a hacer” o “qué remedio”. Es una expresión que se usa cuando nos enfrentamos a algo sobre lo que no podemos hacer nada y no hay más remedio que resignarse y aceptarlo tal como es (y por tanto, resultaría absurdo enfadarse o protestar).
Supongo que en cualquier lengua del mundo habrá una expresión como esta. El quid de la cuestión es hasta dónde lo llevan los japoneses. Analicemos tres grados de uso:

GRADO 1: Uso universal. A nadie le extrañaría.

Conversación entre una pareja:

Él: Vaya, ahora que íbamos a salir al campo se lía a llover. Tendremos que cambiar de plan.
Ella: Shou ga nai.


La alternativa es ir al campo con paraguas y ponerte perdido de barro. Es un uso normal y razonable sin ningún problema de adaptación a otras culturas.

GRADO 2: Uso japonés. A ningún japonés le extrañaría. Cualquier extranjero se llevaría las manos a la cabeza.

Este “shou ga nai” sirve desde para disimular un comportamiento caradura...

Ejemplo 1 (En la puerta del cine; basado en hechos reales)
- ¡Tío! ¡Llegas media hora tarde! ¡La película ya ha empezado!
- Perdón. Me he quedado dormido. Bueno, shou ga nai. Vamos a entrar. Total, entre anuncios y tal, sólo nos habremos perdido diez minutillos.

... Pasando por absolutas irresponsabilidades...

Ejemplo 2 (En la cola de facturación del aeropuerto; basado en hechos reales)
- ¿¡Qué!? ¿¡Que se te ha olvidado el billete!? ¿¡¡¡Pero cómo se te ocurre!!!? ¿Qué hacemos ahora?
- Bueno... Yo qué sé... Lo siento. Ya esta hecho. Shou ga nai.


... Hasta rozar lo delictivo:

Ejemplo 3 (En el trabajo; Hechos reales: un amigo fue uno de los supervivientes)
Jefe: A ver. Érais un equipo de 4 personas trabajando en este proyecto, sin descansar, echando horas extras hasta las 12 de la noche y sometidos a una presión enorme. Sé que estáis extenuados. De hecho, dos de vosotros han caído enfermos de estrés y agotamiento y están hospitalizados. Por tanto, está claro lo que hay que hacer: los dos que quedáis tendréis que esforzaros el doble para terminar el proyecto en la fecha acordada. Sé que es una putada, pero shou ga nai.

Para la mente de un jefe japonés, la alternativa de contratar a más personal es algo así como un cuadrado de cinco lados: inconcebible.

Como puede comprobarse, este uso se caracteriza porque el que dice “shou ga nai” es precisamente el que ha metido la pata. Uno le contestaría “shou ga nai tu padre”, pero por imposiciones sociales, y porque el propio idioma está estructurado así, no le queda más remedio que quedarse con una media sonrisa bobalicona defecando internamente en todos los antepasados del individuo.

GRADO 3: Uso extrapolado. Aún no ha ocurrido, pero cualquier día lo hará y a ningún japonés le extrañará. Un extranjero pensará “En fin... es Japón. Shou ga nai”.

Magistrado: Se le acusa de irrumpir por la fuerza y por la ventana en casa de la venerable anciana de 102 años, robar todas sus pertenencias, matarle al gato, violarla, descuartizarla, tirar los trozos al retrete y atascar la tubería general, pegarle fuego a la casa y lanzar una maldición gitana sobre sus descendientes. ¿Tiene al acusado algo que alegar en su defensa?
Reo: Es la única manera en que me siento realizado, señoría. Shou ga nai.
Magistrado: Ah, bueno. Entonces retiramos todos los cargos y queda usted en libertad.


Esta imagen no tiene nada que ver con el post. Quizás habría quedado mejor de haberme esforzado en buscar algo más adecuado, pero ya está hecho, así que shou ga nai.

Cuando uno es la víctima de un shou ga nai japonés, le queda muy poco margen para defenderse. Lo mejor es un contraataque con otro shou ga nai. El dominio de esta expresión es ciertamente difícil, y hay que tener cuidado en su empleo para que no nos pase como a Julián con su esposa japonesa, Tomoko:

Tomoko: Hola, cariño. Ya he vuelto. Hoy he terminado antes del trabajo porque... ¡¡¡Ah!!! ¿¡Qué haces con esa chica en la cama!? ¡Cabrón!
Julián: N... No, verás; es que...No te enfades, mujer. Total, le pago, se va y ya está. Fue sólo un calentoncillo que me dio. Ya sabes: la sangre latina y eso. Shou ga nai.

¡Agarr! ¡Pinch! ¡Saj!

Tomoko: ¡Anda! Si te he arrancado los güevecillos con el tenedor. Ya sabes: los celos y eso. Shou ga nai.

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